sábado, 29 de diciembre de 2007

octubre, noviembre, diciembre... Enero, febrero, ...

Como cualquier otro día de vacaciones te levantas con la pereza a cuestas. Subes la persiana y encuentras los tejados blancos. “¡Menuda helada!”, piensas. Miras el calendario y te das cuenta de que ha pasado un año, prácticamente inadvertidos han ido desvaneciéndose los días entre mil aventuras, “y yo sin darme cuenta”. Resulta que sin saber cómo ni porque, tus ojos se han abierto y parece que has despertado, no pareces la misma persona que se levantó hace apenas tres minutos. La única diferencia entre aquella persona y la que eres ahora, es que así, de repente, sólo con mirar una hoja llena de números y tachones de bolígrafos de diferentes colores con mil tareas y citas (unas cumplidas y otras olvidadas aún estando impresas), una prefería matar el tiempo en la cama y otra se había dado cuenta de que este pasaba muy rápido.
Decides hacer un esfuerzo supino y mirar hacia atrás para hacer un “balance” de esos que suele hacerse uno cuando acaba el año para continuar con una serie interminable de buenos propósitos que quedarán en eso, en una declaración de buenas intenciones que pasarás de largo una vez llegue el nuevo año. En esas estás, recordando lugares, momentos, personas... Y te detienes en un recuerdo que te duele, intentas pasar a otro, pero te duele, no puedes. Hay momentos que guardas en el anaquel eternamente y por muchas limpiezas que hagas, por muchas cosas que olvides, ese trocito siempre permanecerá en él ahí. Nadie podrá quitar nunca su huella del anaquel de tu memoria. Pero lo mismo sucede con los buenos, con los muy buenos, que arrancan tu sonrisa cada vez que los recuerdas y te dejan un sabor a nostalgia.
De nuevo, sin querer, mientras tu mente vagabundea por tus recuerdos y tu mirada busca algo con lo que aliviar el dolor de algunos de ellos por una pared blanca, en la que también se nota el paso del tiempo, tropiezas de nuevo con las hojas del calendario. Apenas quedan unos días para arrancar ese pedazo de cartón y dar paso a otro nuevo...

Feliz 2008 a quienes me leéis.