martes, 19 de mayo de 2009

Voy a cerrar los ojos en voz baja / voy a meterme a tientas en el sueño.

Últimamente estamos despidiendo genios, personas que han dedicado su vida a crear para que nosotros disfrutemos. Esta vez quien nos abandona es Mario Benedetti, escritor uruguayo que nos ha mostrado la vida en sus versos... Escribió de la reivindicación política, del exilio, de los sentimientos. Fue un poeta, es un gran poeta.

Mentiras piadosas (Montevideo, 2008).
Vaya uno a imaginar en dónde y cuándo / el tiempo se hará polvo en la espesura / mientras tanto avanzamos y avanzamos / con las manos atadas inexorablemente / en un sueño más o menos terroso / si al fin llega el clásico amanecer / con sus destellos de otras temporadas / y ya sin dudas ni estupores / sabemos que las manos están libres / y los dedos se atreven con la gimnasia sueca / no está mal admitir que palpitamos / y meternos la muerte en el bolsillo / después de todo / si / después de todo / es la mentira más estimulante / que nos decimos sin proferir hurras / y la felicidad tal vez consista en eso / en creer que creemos lo increíble.
(Mario Benedetti, Biografía para encontrarme)

miércoles, 13 de mayo de 2009

Antonio Vega

Se dejaba llevar… Y se fue. Un gran compositor que ha dejado huella en el panorama musical español. Antonio Vega ha cantado a la melancolía y a la nostalgia como nadie y nos ha dejado canciones que ya forman parte de las bandas sonoras de nuestras vidas: “La chica de ayer”, “Lucha de gigantes”, “Se dejaba llevar”, “Una décima de segundo”, “Desordenada habitación”, “El sitio de mi recreo”… Nos quedan sus canciones, el sonido de su guitarra y el eco de su voz. Desde aquí, mi pequeño homenaje hacia Antonio Vega.


martes, 5 de mayo de 2009

Piazza Vittorio Emanuele

Los portales de las puertas grandes. Las tiendas de chinos con maniquís desnudos. El maniquí decapitado. La tienda india con olor a curry. El supermercado del final de la calle. Las filas de innumerables vespas. Los semáforos transparentes. Las miradas perdidas. Las esquinas oscuras. El zapatero y su taller con olor a pegamento. La trattoria. La mujer del abrigo de Leopardo que lee las cartas. El centenario Más. Los cochazos en doble fila. El parque transitado. La boca del metro nauseabunda. El repartidor de publicidad. La tienda de sombreros. El cajero roto. La sala de juegos vacía. El locutorio de los nostálgicos. La gasolinera solitaria. La parada del autobús que siempre se retrasa. El paso de peatones desgastado. Los cables del tranvía. El restaurante de los camareros vagos. La heladería que hace descuentos los miércoles. La loca de los gritos. Los chinos del portal. Los vendedores de flores abiertos 24 horas. La indigente de los tacones y las lilas en la cabeza. El mercado paquistaní. El paso del tiempo convertido en un soportal húmedo...

Roma, oh bella ciao!


miércoles, 22 de abril de 2009

Lo siento, tengo prisa

De nuevo con las prisas me olvidé de coger la cajetilla de tabaco y el mechero. Ayer cuando fumé el último cigarro del día los posé sobre el televisor. Últimamente odio las agujas de mi reloj. Tienen como una especie de conspiración contra mí y van más deprisa impidiéndome hacer tranquilamente las cosas y llegar a tiempo. ¿Llegar a tiempo? Hace tiempo que no llego a tiempo a algo.
Volviendo a lo de antes, quiero fumar un cigarro mientras tomo el primer café del día. Es fácil. Rebusco en mi monedero para reunir la cantidad exacta de un paquete de Chesterfield. Sobre la rejilla de insertar las monedas pone: NO DEVUELVE EL CAMBIO. Ladrones. Después de tres monedas de 50 céntimos, cuatro de 20, cinco de 10, cuatro de 5, dos de 2 y una de 1, obtengo el dichoso paquete. Rápidamente me acerco de nuevo al lugar de la barra donde ya me espera un café solo doble que ahúmalo justo para fumar un cigarro antes de tomarlo. Mientras quito el plástico y hago caso omiso de las autoridades sanitarias miro a mí alrededor buscando a alguien que ahúme como mi café para pedir un mechero pero en ese mismo instante suena el maldito móvil. Una llamada desafortunada y diez segundos más tarde tengo que irme, no hay tiempo. Meto el teléfono en el bolso al mismo tiempo que observo cómo mi café continua ahumando prohibiéndome darle aunque sólo sea un pequeño sorbo. Sin ni siquiera ponerme la chaqueta salgo a la calle y unos pasos más allá, cruzando un paso de peatones, me doy cuenta de que olvidé el paquete de tabaco sobre la barra, junto al café. No hay tiempo para regresar. De nuevo con las prisas.

sábado, 18 de abril de 2009

Nunca es tarde si la dicha es buena...

Ya ha pasado aquel frío que me irritaba las mejillas cuando caminaba por la Città Eterna. La noche aún sigue siendo fría, pero ya no necesito de mi bufanda ni de los jerséis de lana para camuflarme de los termómetros con el mercurio por los suelos. Mi presencia en Roma ha traído mi ausencia a este blog, pero aún sigue vivo. Incluso quizá más vivo que nunca dado que tengo innumerables recuerdos para almacenar en este anaquel.

Retomo mi actividad con música, con un grupo que se ha hecho en muy poco tiempo en indispensable, y con una canción que ha marcado mi estancia en esta maravillosa y desastrosa ciudad.



sábado, 1 de noviembre de 2008

Romeing!

22 de septiembre de 2008. 19:15. Aeropuerto Leonardo da Vinci. Roma. Al fin tocamos suelo italiano después de un día intenso de viaje. Los nervios a flor de piel. Nadie nos había dicho que aquello iba a ser fácil, y en efecto, no lo estaba resultando. En ese momento no iba a ser un día de esos para guardar en mi anaquel de la memoria, pero hoy las cosas se ven desde otra perspectiva y se echan a risa. Anécdotas. Innumerables anécdotas. A cada cual más ridícula y divertida.

A pesar de que mi llegada a Roma parece que fue ayer, la verdad es que ya hace más de un mes que estoy aquí y mi vida de estudiante Erasmus ya ha tomado forma. Llegar hasta aquí ha costado lo suyo, pero ahora es cuando soy consciente de que no me arrepiento ni un poco de haber aceptado aquella oferta que no podía rechazar de la cual hablaba en la última entrada de mi anaquel. La vida de estudiante Erasmus está siendo completamente diferente de la de universitaria en Salamanca. Roma: la ciudad eterna. Eso de ciudad eterna se entiende a la perfección en cuanto conoces un poco la ciudad más afondo. Cada día descubres algo nuevo que tiene aún más magia que lo que has visto días anteriores… La Historia se pasea por todas las calles de Roma con una altivez que apabulla y que apenas te deja decidir para donde mirar.

Además de descubrir rincones maravillosos me ha dado también tiempo de ir a un concierto de The Cure para la MTV, de ver un partido del “calzio” italiano (Roma-Inter) y lo más importante de todo: he conocido un montón de gente que me está aportando muchísimas cosas positivas y que sin duda van a ser lo mejor que me pueda llevar de aquí. Pero antes de tener que llevarme nada me queda aún mucho tiempo y muchas cosas de las que disfrutar. La última experiencia ha sido asistir a una manifestación el día 30 de octubre. Las calles de Roma se llenaron de gente para mostrar su descontento con una ley que el gobierno de Berlusconi quiere poner en marcha y que afecta directamente al sistema educativo. Entre otras cosas que propone dicha ley, está la de reducir los presupuestos a la universidad pública. Para la ocasión se unieron jóvenes y mayores que abarrotaron una piazza del Popolo más inmensa que nunca. Los profesores y estudiantes universitarios están moviéndose mucho para conseguir lo que quieren: organizan asambleas, ocupan aulas e incluso facultades, se manifiestan... Asi que esperemos que antes de irme a España pueda ver cómo mejora la situación de una juventud unida por conseguir una educación digna para su futuro.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Vamos que nos vamos

“Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar”. Así dice Al Pacino en El Padrino y algo así quiso decir el profesor encargado de ir a mi aula a explicar en qué consistía una beca erasmus. Desde que ese hombre salió de clase supe que yo iba a solicitar aquella beca, supe que tercero de Periodismo iba a ser un año distinto, me di cuenta de que si quería cambiar de aires aquella era mi oportunidad. La visita de aquel hombre a mi aula no fue decisiva para irme, yo siempre había tenido claro que algún día me iría de Erasmus. Lo que no había tenido claro era cuando y donde. El cuando lo tenía delante de mis narices: el curso 08/09 y el donde era cuestión de sopesar todas las opciones que me proporcionaba la universidad. Al final elegí entre tres destinos, y el que me dieron fue Roma. Yo, encantada. Antes ya había visitado esta preciosa (y suicida) ciudad con mis compañeros de Bachiller del instituto y siempre dije que tenía que volver. Mejor oportunidad que la de volver como una estudiante universitaria, y además erasmus, imposible.

No sabría decir cuándo empezó/empieza exactamente la aventura de ser un estudiante erasmus. Si el lunes 22 cuando me suba al avión o aquel día en el que salieron las listas y mi nombre figuraba debajo de La Sapienza (Roma). Desde aquel momento empiezas a pensar cosas, a indagar por Internet, a preguntar a otros erasmus… Pero yo tampoco me lo tomé muy a pecho. Sabía que iba a irme pero no quería agobiarme, lo único que podía conseguir era que entre más información recopilase más dudas fueran asaltándome. Me limité a intentar pasarlo bien durante el verano y a disfrutar de la gente a la que apenas veo durante el curso y a la que veré menos aún durante el siguiente. Lo cierto es que conforme se van agotando los días de verano y se acerca el día de irse más cosas se piensan: qué meto en la maleta, qué hago cuando llegue, en qué hostal me alojo, qué zona es la mejor para vivir una vez allí, cómo será la universidad, qué gente conoceré… La gente. Eso es importante. Piensas en quien conocerás, pero también piensas en los que tienes ganas de perder de vista, en los que no verás hasta que regreses y en aquellos a los que de buena gana te llevarías en la maleta. Piensas en los días que te quedan para irte a vivir un año inolvidable o en los días que te quedan para dejar aquí aquello que es seguro en estos momentos…

A un día de irme no sé realmente lo que siento. Es una mezcla de muchas cosas: miedo, confusión, nostalgia, ilusión, ganas… De todo un poco. Pero lo que más abunda es la ilusión, y al fin y al cabo eso es lo importante. Oportunidades así no se pueden dejar escapar (“Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar”).