martes, 5 de mayo de 2009

Piazza Vittorio Emanuele

Los portales de las puertas grandes. Las tiendas de chinos con maniquís desnudos. El maniquí decapitado. La tienda india con olor a curry. El supermercado del final de la calle. Las filas de innumerables vespas. Los semáforos transparentes. Las miradas perdidas. Las esquinas oscuras. El zapatero y su taller con olor a pegamento. La trattoria. La mujer del abrigo de Leopardo que lee las cartas. El centenario Más. Los cochazos en doble fila. El parque transitado. La boca del metro nauseabunda. El repartidor de publicidad. La tienda de sombreros. El cajero roto. La sala de juegos vacía. El locutorio de los nostálgicos. La gasolinera solitaria. La parada del autobús que siempre se retrasa. El paso de peatones desgastado. Los cables del tranvía. El restaurante de los camareros vagos. La heladería que hace descuentos los miércoles. La loca de los gritos. Los chinos del portal. Los vendedores de flores abiertos 24 horas. La indigente de los tacones y las lilas en la cabeza. El mercado paquistaní. El paso del tiempo convertido en un soportal húmedo...

Roma, oh bella ciao!


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