domingo, 27 de enero de 2008

Domingo

Los domingos en Salamanca no son especialmente agradables para mí. Se me antojan largos y aburridos, y no porque no tenga nada que hacer, sino porque en mi casa los domingos han sido especiales toda la vida. Un día para compartir con mis padres y mi hermano, mis primos y mis tíos, y si echo la vista un poco más allá, para disfrutar de mis abuelos. Pero con eso de que vamos creciendo las cosas van cambiando, no nos queda otra más que conformarnos con lo que hay y disfrutar de ello al máximo.

Hoy, en Salamanca, un domingo cualquiera si no fuera porque tengo que ponerme a estudiar en cuanto acabe de actualizar mi blog (a ver si rompo de una vez por todas esta rutina de no actualizar muy a menudo), he ido a comprar pronto el periódico y mientras lo devoraba he tomado mi café mañanero de rigor. Y es que a pesar de todo, los domingos no están tan mal, el periódico viene más rellenito, trae más cosas y además de vez en cuando nos regala algo por un euro más para llenar las estanterías.

Acostumbro a empezar a leer el periódico por la contraportada, una manía tonta que puede explicarse por mi gusto a las columnas diarias de El País. La de hoy, de Manuel Vicent (me quedo con las de Millás). Hoy, además, al lado de la columna se encuentra un Labordeta más paisano que nunca, un Labordeta que dice estar cansado “ideológicamente”. Y es que ser político digo yo que debe suponer un desgaste considerable, además de ser un deporte de riesgo. Aunque también es verdad, que a pesar de que aún quedan unos meses para las elecciones todos estamos un poco cansados ideológicamente. Pero sirva este cansancio para que los ciudadanos salgamos a votar el día 9-M y lo hagamos con la cabeza, pensando en nuestro futuro y en aquello que más nos conviene: un gobierno, con sus fallos y sus éxitos, como el que hemos tenido estos cuatro años, o un gobierno, con su Iglesia y sus falacias, como el que nos propone una derecha que parece sacada del turnismo de principios del siglo XX [como dice también hoy Santos Juliá en su columna del suplemento Domingo de El País: “(...)el PP, no cualquier PP, sino el de Rajoy-Acebes-Zaplana(...)” ].

Yo de momento voy a continuar con mi domingo, con mi periódico, con mis apuntes y con mi café. Sola, como Gallardón. Pero sin cansarme ideológicamente, consciente de que mi futuro, nuestro futuro, depende de algo tan simple y tan complejo como somos nosotros mismos.
Feliz domingo.

jueves, 24 de enero de 2008

El lugar donde la pared se junta con el techo.

Interminables horas de biblioteca. Mejor no pararse a pensar si han sido productivas o no, lo cierto es que he estado sumergida en la historia del siglo XX de España y más tarde en el mundo de la radio. Después, con sutileza, mi mirada pasó de los folios a ese lugar donde la pared se junta con el techo y de ahí me fui hasta las nubes. Sí, sí. Así de simple, es increíble la capacidad de imaginación que te puede otorgar la biblioteca una vez que llevas en ella un buen rato y las manillas del reloj se antojan cansadas y deciden detenerse. Cuando me quise dar cuenta, estaba en qué se yo donde y decidí salir a llenar la botella de agua por aquello de despejar la cabeza. Por el pasillo me encontré tráfico de apuntes, miradas abstraídas, y por si fuera poco, al espabilado de clase que me contó, cual cotorra que acaban de abrir el pico, lo bien que se sabe todo el temario del próximo examen. Me senté, volví a mirar a ese lugar donde la pared deja de serlo, miré qué estudia el de al lado, hice un tímido garabato en la esquina de la primera hoja que encontré y pegué un resoplido que hizo que el chico de mi izquierda me mirara y pensara: “No te queda nada”.
Preparé la mochila apresuradamente, como si de repente me hubiera acordado de que tenía cita con el sofá desde hace media hora y no me había dado cuenta. De camino a casa, por aquello de despejar la cabeza de nuevo, decidí pasar por la librería (¡Ya ves tú qué paradoja! ¡Salir de la biblioteca para meterme en la librería!) y amenizarlo todo ello con Calamaro en mis oídos. Eso ya era otra cosa: respirar aire, escuchar música, leer algo que no esté meticulosamente subrayado ni con escritos al margen. Llegué a casa con un libro más debajo del brazo, también tarareando una canción, se ha acabado el día. Mañana, de nuevo, la misma historieta.

Ánimo con los exámenes, amigos.

viernes, 4 de enero de 2008

Buen trabajo




IV Concurso literario Rafael Alberti, el I para mí. Junto a un grupo de amigos y compañeros, comencé a caminar hacia la noche del 3 de enero con la intención de llevar a cabo una velada literaria para acompañar la entrega de premios de dicho concurso. No tuvimos el tiempo que nos hubiera gustado para organizarlo, aunque parece ser que sí el necesario para que muchos de los que allí estaban se fueran con ese buen sabor de boca que dejan los versos de la generación del 27.
Entre nervios, cigarrillos, olor a café y alguna que otra mirada al reloj, comenzó la velada. Poco a poco fueron sucediéndose los versos de una generación que tan bien supo poner “sonido al silencio”. Machado, Neruda, J. Guillén, M. Hernández... ocuparon por unos minutos las sillas del Café Diario para regalarnos sus mejores versos y recordar así la época de nuestro país que les tocó vivir.
Enhorabuena compañeros. Un día os dije aquello de “Ganemos o perdamos la próxima batalla la quiero a vuestro lado. Buen trabajo” y hoy tengo que volver a decirlo. Esta vez nos ha tocado luchar en una batalla mucho más entretenida y agradable, y también nos ha tocado ganar.

¿Para cuándo la próxima?